jueves, 6 de mayo de 2010

Algo de Genealógia Jazz



LOS ESTILOS DEL JAZZ

La música que llamamos jazz surgió bastante antes que el disco; sin embargo, desde el ultimo cuarto del siglo XIX, el jazz estaba incubándose en el estado sureño de Louisiana (EE.UU.) en torno a un proceso largo y complejo que intentaba superar la rigidez rítmica y adquirir el sello del swing. Uno de los elementos genealógicos mas decisivos junto al blues, que no ha dejado de estar presente a lo largo del jazz, fue el ragtime. Los rags, aunque se tocaban sobre toda clase de instrumentos, fueron esencialmente una especialidad de pianistas. Su apogeo se sitúa entre finales del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX.

Antes de todo eso estaba el blues, entendido este no como un estilo del jazz. Es más que eso. El blues es el origen de todo. Es la columna vertebral del jazz. Sus orígenes son inciertos y lejanos, aunque es indudable que se trata de una genuina creación afroamericana, sin parangón con las tradiciones europeas. En sus formas arcaicas, aparece ya después de la Guerra Civil americana o incluso antes. Era el blues rural cantado en los campos de algodón, en las prisiones y en los caminos por bluesman desconocidos, anónimos y sin ningún atisbo de profesionalidad. Alguien dijo algún día, que el blues, no era mas que un hombre dolido pensando en la mujer con la que estuvo alguna vez. El sonido del alma chirriando cuando es acosada por el dolor; un lamento en forma de canción. El jazz y el blues están íntimamente ligados el uno al otro.

Una página de jazz que se precie no puede olvidar esta música por que en ella está el origen de esta música. En los cantos de los campos de trabajo, los llamados "work songs", en la guitarra de Robert Johnson o Muddy Waters, en la garganta de Bessie Smith, o Ma Rainey, en las armónicas de Little Walter o de Sonny Boy Wiliamson, están los sonidos del negro afro americano cuya evolución musical dio base al jazz. Como homenaje a esta música hermana, desde esta página de jazz os invito a que conozcáis los discos más representativos de mi colección de blues. La música nacida de las entrañas del Delta del Mississippi.

La corriente principal del jazz o "mainstrean" define en el sentido genealógico de la palabra, las grabaciones y los músicos determinantes en la historia del jazz y que conforman una estirpe de continuidad desde principios del siglo XX hasta nuestros días: King Oliver con su "Creole Jazz Band" en 1923; Louis Armstrong con sus "Hot Five" y "Hot Seven" de 1925/1928; Jelly Roll Morton con sus "Red Hot Peppers" 1926/1928; las actuaciones de Duke Ellington en el Cotton Club entre 1927 y 1931; las grabaciones de Charlie Parker y Dizzy Gillespie de 1945 para Savoy y Dial; las doce tomas del Noneto Capitol de Miles Davis en 1949/1950 o el disco de Ornette Coleman titulado "The Shape of Jazz to Come" de 1959, son eslabones de una cadena que llega hasta el jazz que hoy conocemos.

El ragtime, el swing, el dixieland, la revolución del bebop, otra vuelta de tuerca más con el hard-bop de los años sesenta, el movimiento "cool", la rebeldía del free-jazz, las cantantes de jazz a lo largo de la milenaria historia del jazz, la fusión con las nuevas músicas y el mestizaje como elemento intrinseco del jazz, los nuevos músicos contemporáneos, etc. El jazz, una música viva y en permanente evolución.

Cuantica Y Jazz



Lo cuántico es extensivo a todo en el mundo; subyace y abarca lo material, lo superfluo y lo incognoscible.
Cosa que se dicen se piensan y se hablan por ahi, van desde el propio de entender, a practicarlo de alguna forma.


..................UN POCO DE CUANTICA Y MUSICA

para los amantes de la FISICA y el JAZZ.

“Una de las suposiciones más reveladoras de la Teoría Cuántica nos predispone al con­torneo del vuelo de una mosca. Ante la imposibilidad de fijar la posición y el momento de una partícula, la idea de trayectoria queda anulada. Ese nuevo universo de sentido, infinitesimal y disonante respecto a lo que la mecánica clásica había preescrito, res­ponde a los instantes. Es así cómo el Principio de Incertidumbre enunciado por Werner Heisenberg en 1927 discute el paradigma newtoniano y contribuye a la formulación de una perspectiva científica radical, tal como a finales de la década de los 40, en el siglo XX, el jazz sufre una revolución melódica pareja a esa supuesto llevando la base de la improvisación hacia un término aún más elástico. No es que jazz y física tengan una conjunción histórica, sino que ambas han infundido una transformación revolucionaria en los fundamentos clásicos de sus estatutos conceptuales. La física ha revelado, desde principios del siglo XX, un mundo de probabilidades en el que las reglas de “compor­tamiento” de una partícula trascienden las pautas de la realidad observable. El jazz posterior a la era del Swing empieza a vislumbrar la fuerza motriz de la línea melódica a través del fraseo improvisatorio.

Indeterminación, caos, probabilidad, incertidumbre… Conceptos que, a pesar de su procedencia físico-matemática, podrían adoptarse en una teoría del jazz que descri­biera la evolución del género desde la vertiente de la improvisación. Desde luego, no se trata en estas líneas de hacer balance de cada uno de sus logros o escribir el resu­men de su discografía e historia. Más bien adelantamos un fragmento de su desarrollo para certificar la aplicación de algunas premisas de la física cuántica a las variaciones estilísticas que ha ido manejando el jazz entre los años 40 y 60 (del siglo XX), franja en la que la rítmica nos lleva del Be-Bop al Jazz Modal, y de ahí a la abertura extrema del género plasmada en el Free-Jazz y una búsqueda de la conexión entre la conciencia y lo musical.

No de otro modo, algunos físicos teóricos de renombre internacional han encontrado una vía de tránsito entre la física, la conciencia y lo espiritual. Desde hace algunos años se está hablando en los foros más vanguardistas de un nuevo paradigma cuya formulación se centraría en la supremacía de la conciencia. Amit Goswami y Fred Alan Wolf, representantes del idealismo cuántico, se encuentran en la primera fila de tales planteamientos. Sin embargo, conviene subrayar que ya en la década de los 60 músi­cos como John Coltrane, Sun Ra o Sonny Rollins establecen esa conexión a través de la experiencia musical. A love supreme (1964) y Ascension (1965), discos seminales de Coltrane, en cierto modo instauran lo que se podría llamar las “formas trascendentales del jazz”, lo cual no hubiera sido posible sin la emergencia del Jazz Modal. Sun Ra, asociado a la vanguardia jazzística, procede por mecanismos similares, más vinculados a la filosofía oriental y a una orquesta­ción cósmica, mientras que Rollins publica en 1966 un album en clave Free, East Broadway Rundown, que ahonda en sus propias crisis personales. No obstante, hasta llegar al Free-Jazz y la vía espiritual, el jazz ha atravesado un itinerario revolucionario. El Be-Bop, estilo que alcanza sus momentos álgidos con Charlie Parker, Dizzy Gillespie o Thelonious Monk, entre otros, supone la primera ruptura respecto al jazz tradicional. Tras el auge de las Big Bands de los años 30, en la década siguiente algunos músi­cos se rebelan contra el predominio del swing blanco ensanchando las posibilidades creativas de la improvisación, aún cuando ésta seguía asociada a la armonía y a la orientación de los acordes invariables del tema. En este sentido, puede decirse que el principio de indeterminación es aplicable hasta cierto punto sin que se produzca una desconexión total entre la causa (el tema central) y el efecto (la línea de improvisación).

El referente armónico sigue ilustrando al solista hasta que en los años 50 empieza a percibirse un distanciamiento de sus bases. El Jazz Modal, promovido por George Russell en su libro Concepto Lidio Cromático de Organización Tonal (1959), elimina la pro­gresión de acordes para reubicar la improvisación en las escalas, un conjunto de notas estiradas hasta el infinito, suspendidas en el tiempo creativo. De hecho, la improvisación solista tiende a prolongarse. En palabras de Ashley Kahn, Sin acordes que definan la melodía, el solo se convierte en la canción y el improvisador se convierte en el compositor. El solista de jazz modal era, des­de luego el amo del momento creativo (Miles Davis y Kind of Blue, 2000). Aunque Davis publica en 1958 un disco con contenido modal, Milestone, el manifiesto musical que definiría el toque quedaría patente en Kind of Blue, editado al año siguiente.

Paralelamente a la implantación del Jazz Modal, entre 1958 y 1960 otro músico esencial en la historia del jazz, Ornette Coleman, sienta las bases de lo que sería el estilo Free en The shape of jazz to come (1959). Quizá hoy no puedan apreciarse en su totalidad las aportaciones de este álbum, pero en el contexto en el que fue concebido supuso más que un ruptura. Coleman fue acusado de asesinar el jazz, extraviando toda connotación me­lódica en favor de una búsqueda emocional y energética del hecho musical. El compor­tamiento de cada nota podría funcionar al modo del flujo informacional de las partículas tal como lo explica la física cuántica, según la cual la posición de cada una de ellas viene definida por la probabilidad de que dicha partícula se halle en una posición u otra en un instante concreto.

Así como el Jazz Modal había reforzado el esquema aleatorio del Free-Jazz, éste llevaría hasta sus últimas consecuencias la práctica de la improvisación convirtiéndolo en un mo­delo de desorden que tendría su comparativa en la Teoría del Caos. Esta, en base a una distribución despojada de lo lineal, adopta el esquema general de la no-causalidad aun cuando también pudiera darse un vínculo de causalidad circular, es decir, que el efecto influyera a su vez sobre la causa. En términos musicales, no hay manera de predecir la progresión de la interpretación. El solista prescinde de cualquier estructura sistemática dejándose llevar por la intuición.

Pero el Free fue también un producto social de su tiempo. Por un lado, una toma de conciencia política en un contexto de problematización y expresiones contestatarias. Archie Sheep, musico afincado en el estilo, publica en 1965 Fire music, un álbum denso y vehemente que ejemplifica la lucha de la comunidad negra. Por otro, la estilización de la vanguardia, tal como la había subrayado Eric Dolphy en su magnífico Out to lunch! (1964) o Miles Davis en Nefertiti (1967). Y en otro lado de la costura, la conciencia del ser, ya sea por la vía espiritual y religiosa (John Coltrane) o la fuente cósmica (Sun Ra).

Desde el punto de vista del idealismo cuántico, el jazz de los años 60 no podría tener otro desencadenante que el reflejo de la conciencia en la praxis de la improvisación, donde no importa tanto la armonía como el flujo de energía acumulado en el tema. Tanto como decir que tras la teoría del caos también existe la belleza del vuelo de una mosca, el vibrato de la trompeta o la ecuación que adquiere resultados imposibles”.